Laico o civil. Un funeral cada día más presente en nuestra sociedad.

Un funeral laico o civil

Nunca había estado en un funeral laico o civil. Hace poco murió un amigo mio lejos de casa. Acudí al tanatorio en cuanto pude ponerme en marcha para hacer este largo viaje. Era una persona realmente joven y luchadora. Pero perdió su batalla contra el cáncer después de años de dura lucha y sacrificio.

Su esposa, una de mis mejores amigas, estaba en el tanatorio cuando llegué. Destrozada claro, nadie está nunca preparado para eso aunque sepas que es una de las posibilidades. Nos fundimos en un profundo y largo abrazo. Sin palabras. No hacían falta. ¿Para que? Creo que ningún discurso, ni siquiera una palabra que yo pudiera pronunciar la hubieran reconfortado más que esos momentos de silencio y amistad.

Era tarde, así que enseguida nos fuimos del tanatorio. Este en concreto cierra sus puertas a las diez de la noche para volver a abrirlas a las ocho de la mañana. Cenamos algo y a descansar. Había sido un día duro para todos.

Mi primer funeral laico o civil

A la mañana siguiente fuimos de los primeros en llegar al tanatorio. Habíamos llegado tarde el día anterior y queríamos acompañar a la viuda y sus hijos en esta despedida desde el primer momento.

Todos sabemos como son estos momentos en el tanatorio. Tras unos momentos de titubeo y silencio, alguien inicia una conversación. El tema puede ser muy variado. Seguimos así charlando mientras todos los amigos y familiares del difunto iban llegando. Se acercaba la hora del funeral.

Por fin llegó el momento. Yo ya había estado antes en ese tanatorio y sabía donde estaba la sala. Incluso conocía al párroco que oficiaba las ceremonias católicas ya que en poco tiempo había estado allí dos veces y sabía que lo reconocería.

Entramos en la capilla y nos sentamos. Mientras iba llenándose la sala miré a mi alrededor y observé algunos detalles que llamaron mi atención. Pero uno de esos detalles emergía sobre el resto. No vi ni un solo símbolo cristiano en toda la sala.

¿Como es un funeral laico o civil?

El oficiante siempre entra por una puerta corredera que se sitúa al fondo de la sala, tras el altar, frente a nosotros. Se abre la puerta y aparece una muchacha que a duras penas llegaría a la treintena.
¡Anda! Me dije ¿Que pasa aquí? Pues pasaba que estaba en un funeral laico o civil, nada más.

El ambiente, como no podía ser de otra manera, era igual de solemne y triste que en cualquiera de las ceremonias a las que todos hemos podido acudir. La única diferencia es que allí no había ningún cura. En lugar de los típicos detalles religiosos en el altar había un esplendido ramo con gladiolos y crisantemos. En el lugar en que se colocó el ataúd había una enorme corona en que predominaban los tonos rojos de las rosas.

Las palabras de apertura en el funeral laico o civil.

La chica se acercó al micro y comenzó a hablar. Nos dio la bienvenida al funeral y nos agradeció, de parte de la familia, que les acompañáramos en esos momentos tan tristes. Como es algo que no es muy habitual, y se nos debía notar en la cara, nos explico brevemente las diferentes partes que construían esta ceremonia. De esta manera todo quedó mucho más claro y es lo que yo quiero que vosotros que me leéis entendáis también.

Lo primero que os quiero aclarar es que esta ceremonia es acordada con la familia antes de que se produzca. De esta manera todos podemos añadir o quitar lo que queramos en nuestro funeral civil o laico.

Reflexiones en un funeral laico o civil.

Una vez explicado esto se inició lo que es la ceremonia en si. La oficiante nos leyó dos párrafos de lecturas. En el caso que nos ocupa las lecturas eran algunas de las favoritas de mi amigo Oscar. Él era un gran lector, creo que era una de sus mayores virtudes. Eran lecturas que nos hablaban de la vida y la muerte. Del tránsito por esta vida intentando ser lo mejor posible para poder irse mirándose al espejo con la cabeza muy alta.

Seguidamente dijo unas palabras que había sido escritas por la viuda en las que ella misma reflexionaba sobre la vida y la muerte.

No lo he mencionado, pero en la sala también había dos músicos. Se trataba de un pianista, sentado frente a un piano que siempre se encuentra allí, y una violinista. Interpretaron para todos “Let It Be” de los Beatles.

El funeral laico o civil y el tributo al difunto.

Volvió a hablar la oficiante para hacernos una pequeña biografía de Oscar. Nos habló de su infancia, de sus hermanos, de su familia. También de las vueltas que da la vida y de como conoció a su mujer. De como vivió la llegada de sus hijos y lo dio todo por ellos en todo momento.

Por último nos habló de su lucha contra la enfermedad y del fin que ya os he comentado. Como lo vivió, la entereza hasta su último suspiro y el adiós definitivo.

Volvió la música. Esta vez eran los Rolling Stones, otros de sus grupos favoritos. Era la discografía de su vida sin duda.

Las palabras finales en el funeral laico o civil.

Volvió a tomar la palabra la mujer que oficiaba la ceremonia. Esta vez no leyó unas letras de un conocido filósofo que meditaban sobre nuestro paso por la vida. Posteriormente nos agradeció nuevamente nuestra presencia y nos señaló que el cuerpo de Oscar iba a ser incinerado en los momentos siguientes a la ceremonia. Este tanatorio cuenta con su propio horno crematorio.

Aquí se acabó este funeral laico o civil, como queráis llamarlo. Se oyeron algunos llantos, sobretodo por parte de la madre, Oscar era joven. El sentimiento de congoja era palpable y nos retiramos en silencio, con respeto.

Esta fue mi primera experiencia en un funeral laico o civil. Espero que os aclare este tipo de ceremonias. Tened en cuenta que cada vez es mayor el número de funerales que siguen estos rituales en lugar de los religiosos.