Efectos físicos y psíquicos del duelo
Efectos físicos y psíquicos del duelo.
En nuestra vida diaria cualquier circunstancia tiene unos efectos físicos sobre nosotros. Estos efectos son mucho más acentuados si la razón que los provoca es muy importante para nosotros.
En nuestro blog hemos tratado los efectos que provoca la muerte de un ser querido en nosotros. Hemos tratado los efectos que tiene un duelo que podemos denominar normal y como superarlo, Pero también hemos visto que existen un determinado número de personas que con el tiempo no consiguen superar la pérdida y son diagnosticados por expertos con diferentes síndromes.
El caso es que hemos tratado todos estos trastornos más bien de forma superficial. Aunque hemos mencionado ciertos aspectos físicos y psíquicos no los hemos tratado organizadamente. Nos gustaría explicarlos y ordenarlos.
¿Cuáles son los efectos físicos y psíquicos del duelo?
Lo primero que vamos a hacer es ver cuales son los efectos del duelo sobre nosotros en cuatro categorías principales.
Podemos decir que podemos dividir estos efectos en cuatro categorías principales. En la primera de ellas englobariamos los efectos físicos o mejor dicho fisiológicos. Seguidamente sufrimos una serie de alteraciones de la conducta. En tercer lugar hay una serie de consecuencias afectivas, y por último los efectos a nivel cognitivo. Vayamos conociéndolos paso a paso.
Efectos físicos o fisiológicos.
Se trata de conocer cuales son los efectos que se perciben a nivel físico, en nuestro cuerpo. Como efectos físicos principales encontramos:
- Vacío en el estómago.
- Hipersensibilidad al ruido.
- Pecho y garganta oprimidos.
- Falta de aire como consecuencia de lo anterior.
- Palpitaciones y taquicardias.
- Efectos físicos sobre todo a nivel muscular sintiendo debilidad.
- Falta de ganas por realizar actividades y de energía en general.
- Sequedad en la boca.
- Dolores persistentes de cabeza.
En el caso de estos efectos puede haber varios factores que debemos tener en cuenta. Puede suceder que esta persona no tuviera ninguna de estas manifestaciones antes de producirse el hecho de la muerte de un ser querido. En este caso quizás si que se comiencen a sentir algunos de estos efectos físicos. Puede que sean psicosomáticos, inducidos por nuestra propia mente. Puede que estuvieran latentes en nuestro cuerpo y se manifiesten por el estrés producido por la muerte.
En otras ocasiones puede ser que ya tuviéramos algunos de estos síntomas con anterioridad. Lo que nos puede suceder es que estos efectos físicos se acentúen o incluso lleguen a convertirse en crónicos si no son tratados a tiempo.
Las alteraciones conductuales.
En este apéndice no hablamos de efectos físicos, aunque algunos de estos aspectos de nuestra conducta si que pueden ocasionarnos algunos de los trastornos físicos comentados anteriormente. Pueden ser algunos de los siguientes:
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Trastornos del sueño y la alimentación.
Estos efectos pueden llegar a afectarnos a nivel físico como decimos. Así por ejemplo la falta de sueño puede producirse en cualquier duelo, pero en los normales se supera cuando conseguimos ir superando fases.
A nivel de alimentación pueden darse los dos extremos. Puede que nos de por dejar de comer o comer muy poco. Pero puede pasar todo lo contrario y que los efectos sean convertirnos en un comedor compulsivo.
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Estar mucho más distraído de lo que es habitual.
Puede suceder que de pronto y sin darnos cuenta estemos en sitios o realicemos acciones que no podemos explicar. Pueden llegar a ser perjudiciales para nosotros.
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Aislarse de los demás.
Nuestros contactos con la sociedad se convierten en esporádicos. Cada vez tenemos menos relaciones, las imprescindibles y necesarias. Eso nos da más tiempo para pensar y puede ser que los pensamientos no sean positivos para nosotros.
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Soñar con el fallecido repetidamente.
Los sueños pueden ser de todo tipo, tanto positivos como negativos. Tanto alegres como angustiosos. En algunos casos ayudan a psicólogos y psiquiatras a dar con las claves de un diagnóstico adecuado.
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Evitar todo aquello que nos recuerde a nuestro ser querido.
¿Qué lugares pueden ser estos? Muchos. Puede ser el sitio donde falleció, su bar favorito, un parque … En ocasiones cuando esto se produce de manera rápida, como con urgencia, es síntoma de un duelo complicado.
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Suspiros y lloros continuos.
Son sin duda efectos conductuales con manifestaciones físicas. Ambas son buenas durante el duelo. Pero a medida que avanza el tiempo y se avanzan en etapas debería disminuir su frecuencia e intensidad.
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Buscar al difunto, incluso llamarlo en voz alta hasta que nos acordamos de que no está.
Puede ser en voz alta o no. Para algunos expertos pueden suponer una falta de aceptación de la muerte de la persona allegada. En esos casos hay que tratarla para acabar aceptando el hecho de la muerte y su irreversibilidad.
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Guardar y portar objetos de esa persona compulsivamente.
Puede deberse también a una patología parecida a la que estábamos tratando anteriormente. Pero para algunas personas les causa efectos positivos. Es una manera de no separarse de forma tan brusca del ser querido. Para aceptarlo de forma paulatina.
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Realizar visitas repetidas a sitios que frecuentaba él o ella.
Es un efecto completamente contrario al de evitar recuerdos del fallecido. Puede suponer también, si se convierte en crónico, un duelo complicado.
Alteraciones afectivas en nuestra persona.
Cuando hablamos de efectos afectivos puede tratarse de efectos «positivos», pero lo normal es que hablemos de unos efectos que nos perjudican. Básicamente estos efectos son:
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Tristeza, abatimiento, apatía …
La tristeza es el sentimiento más relacionado con el duelo. Además es el que más dura en el tiempo. Muchas veces va acompañado de efectos físicos como el llorar. Es bueno siempre que no sea demasiado intenso o duradero.
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Ira, enfado…
Mana de dos fuentes principales. Primero una sensación de frustración ante la muerte. En segundo lugar nos sentimos desamparados, incapaces de vivir sin él o ella. Este hecho nos lleva a la frustración y esta al enfado.
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Autoreproche y culpa.
Suele deberse a situaciones que se dieron en vida del difunto y que no fueron resueltas adecuadamente en su momento. Puede que sean reales, pero puede que el intelecto del doliente las genere por si mismo. El paso del tiempo nos devolverá a la realidad.
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Ansiedad.
Existe un amplio espectro de situaciones en este sentido. Puede generarse solo cierta inseguridad en el extremo más leve. Pero en el extremo opuesto encontramos ataque de pánico. Sus efectos pueden ser muy diferentes en cada uno, pero en casos graves deben ser tratados.Anhelo.
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Apego.
El apego a una persona es la causa del mayor dolor durante el duelo. El conseguir un desapego paulatino de la persona fallecida es lo que nos permite en cierta medida superar esta etapa.
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Ausencia de sentimientos.
Nos encontramos frente a una persona que sufre, por llamarlo de alguna manera, anestesia a nivel emocional. Existe en todos los casos de duelo, tanto normales como complicados. Su duración es variable, horas, días o semanas.
Efectos cognitivos del duelo.
¿Qué queremos decir con efectos cognitivos del duelo? Efectos cognitivos son aquellos que nos afectan a nivel de conceptos o creencias generales. Cosas que antes dábamos por sentadas ahora no se sustentan con tanta solidez.
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Irrealidad e incredulidad.
Es el primer sentimiento que sufre el doliente. Especialmente evidente en el caso de una muerte sobrevenida. Ya no se confía en nada en ese momento todo es cuestionable si ha desaparecido esa persona tan querida.
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Preocupación.
Queremos señalar en este apéndice la obsesión que se puede producir en pensamientos sobre el desaparecido. Puede ser con imágenes que se nos vienen a la cabeza, suposiciones … Cada caso es diferente.
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Sentir presencias.
Suele producirse en los primeros momentos, incluso días tras la muerte. Sentimos al fallecido entre los vivos. Debe mitigarse con rapidez.
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Alucinaciones tanto de vista como de oído.
Similares al punto anterior se producen en las primeras etapas del duelo.Y de la misma manera deben ir desapareciendo.
Esperamos ayudaros a conocer algunos de los síntomas que podéis sufrir tras una pérdida.
