Lápida ¿Como la limpiamos correctamente?

Consejos para conservar una lápida como nueva

La lápida es el lugar en que recordamos a un fallecido. Todos hemos ido en alguna ocasión, ya sea el día de Todos los Santos, la fecha del aniversario de un fallecimiento o un día cualquiera por puro capricho al cementerio. Hemos ido a visitar una tumba de algún ser querido. Frecuentemente después de la mencionada visita se da un paseo por los pasillos adyacentes. En este paseo vemos las partes más bonitas del cementerio, algunos son verdaderos parques.

Lo que me atañe en este artículo es que siempre vemos lápidas en perfecto estado, es cierto, pero al lado de estas existen otras que no tienen la limpieza o cuidado adecuados. Algunas lápidas simplemente no tienen ningún mantenimiento. En un lugar como este es realmente doloroso ver algo así. Hoy me propongo dar algunos consejos para que su lápida no sea una de estas. Lo que queremos es que  conserve durante el mayor tiempo posible el aspecto que tenía el primer día para recordar a su ser querido como se merece.

¿Cual es el material de mi lápida?

Lo primero que debemos saber es de que material está hecha nuestra lápida. A este respecto tenemos tres posibilidades principales, el granito, ya sea pulido o no, el mármol y el acero inoxidable. Antiguamente era el mármol el rey de los cementerios, pero hoy en día, y debido al precio de este material, es más habitual ver otros materiales como el granito. Vamos a desgranar una a una las operaciones que debemos realizar para la correcta limpieza y conservación de la lápida. En primer lugar hablaremos del granito por ser más común aunque debemos distinguir si está pulido o no porque su limpieza es diferente.

Granito sin pulir

Lo primero que hemos de hacer, y esto vale para cualquier superficie, es utilizar un paño seco, un pincel o una brocha. Con este útil limpiaremos la superficie de toda la lápida. Esto lo hacemos para así poder eliminar el polvo superficial, telarañas o cualquier otro elemento . Si no lo hacemos así cuando pasemos al siguiente paso y mojemos la lápida nos encontraremos con la formación de barro que dificultará la correcta limpieza haciéndola más complicada.

Cuando ya tenemos limpia la superficie, y en el caso de que el granito no esté pulido, lo mejor es emplear un detergente de base ácida. En estas lápidas la mezcla del polvo u otros elementos con el agua crea una suciedad que se incrusta en los poros. Esta suciedad es muy difícil de retirar. Los limpiadores, que pueden ser a base de ácido clorhídrico, fosfórico o acético, lo que hacen es penetrar en esta capa para así lograr desincrustarla. Mi consejo es que usen uno a base de ácido acético por dos razones, la primera que es menos cáustico que los otros dos. La segunda que es mucho más fácil de encontrar en el mercado en formatos diluidos. Siempre probar primero en alguna parte poco visible de la lápida para ver como reacciona para no tener sorpresas inesperadas.

Granito pulido

Recordar siempre en primer lugar limpiarlo con un paño seco, brocha o pincel para eliminar el polvo. Una vez realizada esta tarea ponemos en un cubo agua tibia y cualquier jabón de ph neutro. En este caso nos puede servir cualquiera de los jabones que sirven para fregar los platos. Removemos en el cubo hasta que obtengamos una buena cantidad de espuma e introducimos un paño o esponja. Con este paño bien húmedo mojamos toda la superficie de la lápida insistiendo en todos los rincones.

Una vez observamos que la hemos dejado limpia aclaramos con abundante agua. Lo mejor sería hacerlo con una manguera, pero en caso de no tener una toma de agua cercana tenga a mano algún cubo de agua y láncelo sobre su lápida, teniendo cuidado con el resto, para aclarar bien. En caso contrario nos tocará aclararlo con agua limpia hasta que observemos que no queda ningún resto de jabón. Existe un procedimiento para limpiar manchas que se puedan crear en las lápidas de granito, pero debido a su complejidad lo abordaremos en otro artículo.

Mármol

Llegamos al rey de los cementerios, al más elegante y noble de los elementos de las lápidas. El mármol no necesita un tratamiento muy especial, pero si que cuando se limpies se haga a conciencia.

Lo primero, como siempre, la eliminación de cualquier resto de polvo o cualquier otro residuo seco que podamos eliminar antes de humedecer. Una vez hecho esto la opción más común y práctica es la limpieza con agua y jabón. Utilizaremos el mismo procedimiento que para el granito pulido. Mojar bien la lápida y a continuación con agua caliente y jabón limpiar a fondo la lápida frotando con energía.Además de energa también hay que tener paciencia y cuidado. Al terminar aclaramos. En caso de que observemos que existe alguna raya en la superficie puede ser que la limpieza no haya sido la suficiente. Lo mejor es repetir el proceso para completar. El mármol nunca debe dejarse secar al aire, cuando acabemos de limpiar con el jabón es muy importante secar con una gamuza seca para conseguir el brillo que el mármol tiene que ofrecer.

Otra forma de limpiar el mármol

En el caso del mármol existe otra opción. Se frota con bicarbonato toda la lápida y cuando está cubierta toda la superficie se frota con un limón. Juntos se convierten en un elemento que elimina todo el sarro. Posteriormente hay que aclarar bien con el mismo procedimiento que el resto.

Acero inoxidable

En muchas de nuestras lápidas existen placas,letras o incluso los jarrones donde colocamos nuestras flores. Estos adornos son de acero inoxidable y  deben tener una limpieza diferente. En estos casos es esencial que se aísle bien del resto de la lápida ya que la caída de cualquier resto del líquido que usamos para limpiar en mármol o granito supondrá el deterioro de estos materiales.

Utilizaremos para la limpieza de esta parte una mezcla de 3 cucharadas de bicarbonato y el agua suficiente para que se forme una pasta consistente. Con esta pasta y la ayuda de una esponja frotamos toda la superficie y luego aclaramos con abundante agua. Para eliminar cualquier mancha es una buena opción la de comprar en cualquier supermercado un vinagre blanco especial para limpiezas. Una vez hayamos utilizado este vinagre hay que aclarar con abundante agua para eliminar cualquier resto. Por último y para pulir el acero inoxidable podemos frotar con una esponja que hayamos mojado en aceite de oliva o agua con gas. Los resultados son óptimos.

 

Bronce

Existe la posibilidad de que haya adornos de bronce. Hay dos sistemas igual de eficaces para su limpieza. El primero es a base de bicarbonato y zumo de limón. En un recipiente mezclamos el bicarbonato con el zumo. Empezamos con poco zumo de limón y vamos añadiendo más hasta que obtengamos una pasta. Al principio se crearán unas burbujas, pero luego obtendremos la pasta. Se debe limpiar el bronce con movimientos circulares, esta es la parte más importante del proceso. Lo dejamos unos 20 minutos para que actúe y aclaramos con agua tibia.

Para el segundo método usaremos agua y sal a partes iguales. Sobre esta mezcla iremos añadiendo vinagre blanco hasta obtener una mezcla con una consistencia parecida a la pasta de dientes. Con ella frotamos el bronce con las manos, usando guantes de goma o un paño pequeño. Dejamos 20 o 30 minutos y aclaramos con agua tibia. Si continúa sucio con esa capa verde que todos conocemos en el bronce repite el proceso otra vez.
Espero que este artículo y sus consejos os sean útiles para la limpieza de las tumbas de vuestros seres queridos. Y después no olvidéis adornarlas con una bonita corona, ramo o cualquier arreglo floral.

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