La adolescencia y el duelo

La adolescencia es una etapa más en la vida.

En otros artículos de este blog hemos visto el duelo de una forma generalizada. Hemos visto las diferentes etapas del duelo y que hacer para ayudar a alguien. Ahora estamos viendo las diferencias que se dan en la etapa de duelo según nuestra edad. Hemos visto primero lo que sucede en la etapa infantil. En este artículo abarcamos aproximadamente hasta los 13 años (todo depende de cada persona). Ahora vamos a pasar al siguiente nivel, la adolescencia.

La adolescencia ya es difícil por si sola

La adolescencia por definición es una época de cambios. En algunos casos incluso de cambios muy bruscos. Es una etapa en la que los hijos empiezan un desapego de los padres para afianzar su autonomía. Este proceso conlleva en la mayoría de los casos cierta rebeldía que puede ser mayor en unos casos que en otros. El saber tratar la pérdida de un ser querido adecuadamente cuando estamos frente a un adolescente es muy importante.

Si nos enfrentamos al adolescente de una forma equivocada podemos acabar con una persona para el resto de su vida. Podemos potenciar la baja autoestima, llevarlo hacia el consumo de drogas, la confusión, la delincuencia u otras consecuencias catastróficas para él o ella.

¿Que debemos tener en cuenta para enfrentarnos a un adolescente?

Como hemos dicho la adolescencia es una etapa de cambios. La persona que se encuentra en esta etapa puede tener una apariencia muy adulta. Pero debemos tener en cuenta que su mente puede no estar todavía tan desarrollada como su cuerpo. No es un niño, pero tampoco un adulto.

La reacción más habitual en estos jóvenes es la de aparentar ser más fuertes de lo que en realidad son. Los adultos cercanos a él debemos estar muy atentos a sus reacciones en cada momento para intentar que no se quede muy solo.

Jamás debemos sobreproteger al adolescente. Es parte de la familia y como tal debe estar enterado de todo desde el primer momento.

Vamos a decírselo

Para empezar no retrasemos el momento de darle la noticia. Busquemos el lugar adecuado y no dudemos en comunicárselo.

La adolescencia es una etapa que se caracteriza porque se creen invulnerables. Ellos piensan que son invencibles y pueden hacer cualquier cosa sin que nada cambie. El hecho de que alguien muy cercano a ellos desaparezca puede causarles un shock. Ellos tienden a pensar que es algo que a ellos no les pasará. Puede que tras el sepelio inicien una etapa desmesuradamente arriesgada en cualquier sentido. Esto puede producirse también por el hecho de que piensen que ya no hay nada que perder tras la muerte de un ser querido.

El papel del adulto en esos momentos es muy delicado. Debe hacerle entender de la mejor manera posible que los actos que lleve a cabo en estos momentos tendrán consecuencias. Y debe entender el adolescente que esas consecuencias pueden ser irreversibles.

Deben sentirse importantes en estos momentos.

La adolescencia es muy problemática y peligrosa. El adolescente que se sienta apartado del grupo familiar puede plantear un muro con la familia. Debe sentirse importante desde el primer momento. Debe participar en las reuniones y tomar parte de las decisiones que se toman. Puede que alguna de sus opiniones nos parezcan disparatadas. Aceptemos su opinión y jamás distingamos entre bueno y malo. Todo lo que se aporte es positivo para el proceso (incluso su opinión) y la respetamos.

Una de las formas en que le hacemos participe de todo es que forme parte de todos los rituales. Durante el velatorio, ceremonia y entierro o incineración el adolescente debe participar en primera fila. El hecho de ser uno más del grupo nos permitirá estar más cerca de él. Preguntemosle por el ataúd, las flores, la ceremonia, etc.

Pero hay que tener en cuenta que es un adolescente. No debemos atribuirle roles de padre o cabeza de familia. En la adolescencia aún no estamos preparados para determinadas situaciones aunque seamos el hermano mayor.

Se hacen preguntas igual que los adultos

Durante la etapa de duelo pueden planteárseles dudas que hasta ese momento ni habían pensado. Si conseguimos que nos acepte en su mundo podremos ayudarle.

Para un adolescente que se siente indestructible que su padre o su madre desaparezcan es como un gran bofetón. La mejor manera de acercarnos a él es que se sienta un igual a nosotros. El adulto que quiera ayudarle primero debe demostrarle su propio dolor. Debe explicarle lo que siente en su interior. Una vez que se abra al joven debemos preguntarle abiertamente, sin tapujos. Debemos intentar que nos cuente lo que pasa por su mente para poder ayudarle con nuestra experiencia.

La adolescencia. Controlemos su evolución.

Una vez que ha pasado lo más duro, el sepelio, debemos continuar ayudando al adolescente. Hay varios comportamientos que debe hacer sonar nuestras alarmas y solicitar la ayuda de un profesional. Vamos a mencionar algunos de ellos.

El dolor es algo innegable en la muerte de un ser querido cercano. Si observamos que no hay muestras de dolor y si alardes de madurez y fuerza estemos atentos. Más si va acompañado de algún otro factor.

También puede suceder lo contrario. Es posible ver muestras de depresión, problemas para dormir, autoestima inexistente o nervios. Este cuadro es suficiente para acudir a un psicólogo que ayude al joven en el proceso de duelo.

Las rutinas deben mantenerse para que el mundo de la adolescencia no se hunda. Entre estas rutinas están las escolares y extraescolares. Si el fracaso escolar se alarga en el tiempo o vemos indiferencia por cualquier actividad escolar o extraescolar hay que tomar medidas.

La adolescencia y las relaciones con familiares y amigos.

Es normal que durante este periodo de edad las relaciones con el adolescente cambien. Si observamos que tanto a nivel familiar como con sus antiguas amistades las relaciones se hunden. Si vemos que el adolescente se encierra en si mismo y “pasa” de todo el mundo no dudemos en acercarlo a un profesional que le ayude.
Tengamos en cuenta que si no corregimos estos comportamientos adecuadamente y en el plazo adecuado puede llevar a excesos. Como ya hemos mencionado puede acudir al consumo de drogas o de alcohol, a la promiscuidad sexual, a peleas constantes o quien sabe adonde dirigirá su enfado.

Espero que este artículo os sirva para afrontar una situación tan complicada en una edad tan difícil.

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