Ataúd. La última morada de los muertos.

Que es un ataúd.

Ataúd: «Caja, ordinariamente de madera, donde se pone un cadáver para enterrarlo o para incinerarlo.» Según el diccionario de la RAE esa es la definición de ataúd.

Es una palabra que tiene mucho recorrido lingüístico. Su origen esta en el egipcio db’t, que pasa al hebreo como tebah. Este vocablo pasa a su vez al arameo como tebuta y finalmente al árabe at-tabut. De aquí llega a nosotros como ataúd.

Pero un ataúd es mucho más que eso. Es la última morada de un cuerpo que como reza en alguna esquela que he leído ya ha completado el ciclo de la vida. Eso explica porque cada vez los que nos quedamos en esta vida tratamos de que el ser querido que se nos va lo haga en un recipiente lo más cómodo posible. Pero antes de hablar de la actualidad hagamos un poco de historia.

El origen del ataúd.

El origen del ataúd está en el miedo. Desde que el hombre es hombre y tiene conciencia de lo que ocurre a su alrededor está preocupado por la muerte. No solo por no morir, sino por lo que puede ocurrir después de la muerte.

La existencia de ritos funerarios desde hace milenios nos muestra ese interés y miedo. Explican que el ser humano ha tenido siempre la percepción de que la muerte es una continuación de la vida y de que hay que entrar con buen pie en esa nueva etapa para no volver atrás.

Por eso, para que no vuelvan atrás, se comenzó a enterrar a los muertos bajo tierra. Era una forma de poner dificultades a los muertos para que «molesten» a los vivos.

No contentos con eso hace unos 4000 años comenzamos a meterlos en cajas para que así la dificultad fuera aún mayor. Más aún, en algunos casos sobre ellos se colocaban unas grandes piedras que los cubrían ¿Quién sabe si son las predecesoras de las lápidas de hoy en día?

En nuestros días el ataúd significa otra cosa. Pero quizás no nos diferenciemos tanto de nuestros antepasados.

El primer modelo de ataúd.

Los primeros ataúdes conocidos los encontramos en el año 4000 A.C. No eran de madera como los que conocemos actualmente. Estaban realizados en junco trenzado, como esas cestas que llevan algunos para recoger hongos y setas. Hasta nuestros días no ha llegado ninguno, pero los conocemos a través de textos de la época.

También a través de los mismos textos sumerios sabemos que la función era la de evitar que los espíritus de los cadáveres volvieran. El miedo que antes hemos mencionado.

El ataúd y los egipcios.

Posteriormente la función del ataúd ha cambiado. En culturas posteriores y hasta nuestros días la función principal del ataúd es la conservación del cuerpo lejos de los elementos.

Los primeros que lo llevaron a cabo, y con gran acierto, fueron los antiguos egipcios.

En esta cultura ya no solo se colocaban en ataúdes, sino que antes de introducirlos en su última casa, eran sometidos a un proceso de momificación. Cuanto mayor era el poder del difunto mejor era el tratamiento.

Los ataúdes de los egipcios eran diferentes a los de los sumerios y a los de la actualidad. No en cuanto a los materiales empleados, sino por su forma. Eran antropomorfos, es decir, con forma humana para adaptarse al cuerpo que se colocaba en su interior.

El ataúd en Europa.

En Europa cabe mencionar en primer lugar la aportación que hicieron los celtas. Estos construyeron algunos en piedra. Pero este material es muy difícil de modificar para convertirlo en un ataúd y no ha llegado más allá.

En la Edad Media ya se utilizaban los ataúdes de madera en Europa pero no con las características de los actuales, sino mucho más sencillos. Durante estas centurias son conocidas las graves epidemias que asolaban el continente. Como la existencia de médicos era escasa se daba la circunstancia de que en numerosas ocasiones el fallecido no estaba realmente muerto. Algunos conseguían salir de su ataúd cuando conseguían recuperar las fuerzas con el consiguiente pánico que esto ocasionaba.

De aquí surgió la idea de colocar clavos en la tapa del ataúd. De esta manera los vivos se aseguraban de que nadie regresaría de nuevo de entre los muertos en el cementerio.

Salvado por la campana.

Os preguntaréis porque titulo así este párrafo. Resulta que años más tarde se dieron cuenta de que era posible que se enterrara a alguien que no estuviera muerto.

En el siglo XVIII se inventó un sistema para que si esto ocurría hubiera posibilidad de liberar a esa persona. Consistía en colocar un cuerda atada a la muñeca del supuesto fallecido. Esta cuerda a través de un agujero practicado en el ataúd y en la lápida llegaba a una campana situada en el exterior.

Si el difunto finalmente no era difunto tiraba de la cuerda, sonaba la campana y se podía proceder a sacarlo.

El ataúd en la actualidad.

En la actualidad los ataúdes son una forma de evitar que los restos de ese ser querido al que enterramos se vean esparcidos de cualquier forma. Es una forma de mostrar respeto por la persona que se quedará en el cementerio.

La elección del ataúd se producirá en el tanatorio a no ser que el difunto lo haya dispuesto antes. En la actualidad se ha producido un auge de los ataúdes de madera según confirman las estadísticas. Siempre han sido los más utilizados por nosotros, pero el aumento sin precedentes de las incineraciones han hecho que su uso sea elegido porque son los únicos que entran en el horno crematorio. Los que tienen este destino son más simples.

Pero lo cierto es que la elección de los materiales que se nos ofrecen en la actualidad son muy variados. Desde mitad del siglo XIX podemos contar con los ataúdes de hierro fundido gracias al invento de Almond Fisk.

También los hay en otros metales como el acero u otros más ligeros. Incluso podemos elegirlos completamente transparentes en vidrio, o que solo sea de vidrio la tapa.

La fibra de vidrio es otro de los materiales que se utilizan hoy en día debido a su poco peso y durabilidad.

El auge de la ecología provoca la entrada de nuevos materiales en la fabricación de ataúdes. Por esa razón podemos encontrar ataúdes  de bambú, hoja de plátano o cartón.

El mejor ataúd.

Los ataúdes suelen ser completamente estancos por tradición y costumbre. Pero lo cierto es que sería mejor que tuvieran algún tipo de orificio. Así se conseguiría una descomposición natural del cuerpo.